Mientras el presidente malgache intenta cerrar filas dentro de su mayoría, sabe que los próximos meses serán decisivos si quiere ser reelegido a finales de 2023.
Período difícil para el presidente malgache. Su primer ministro, Christan Ntsay, fue blanco de una moción de censura. Los parlamentarios acusan al jefe del Gobierno malgache de proyectos no realizados cuando formaban parte de la política general del Estado, pero también de injerencia del Gobierno en los asuntos internos de la Asamblea Nacional. Otro agravio: la corrupción, que nunca se ha detenido al más alto nivel del Estado.
Y sorprendentemente, si se pudo presentar esta moción es gracias al apoyo de la mayoría de los diputados. La moción fue finalmente rechazada por no respetar “las disposiciones constitucionales vigentes”. Un defecto muy diplomático. Pero los funcionarios electos amenazan con volver a la carga.
Y si el primer ministro es el objetivo, a través de él, es Andry Rajoelina quien tiene que capear una verdadera tormenta. El presidente también ha convocado, el día antes de la reunión en la Asamblea, a sus diputados para dejar las cosas claras. Cuestionó su mayoría y pidió que reconsiderara su moción. El presidente de la Asamblea habría sido, en palabras de los diputados, “humillado”.
¿Podrá Rajoelina aguantar mucho tiempo a sus diputados? Y si la mayoría decide llevar el punto a casa, no hay duda de que provocará un terremoto político y marcará un desacuerdo entre la presidencia y el parlamento.
Mientras tanto, el presidente malgache está haciendo todo lo posible para recuperar el tiempo perdido y no duda en presionar a sus ministros. El 9 de diciembre, Día Internacional contra la Corrupción, Rajoelina y su gobierno reiteraron sus objetivos contra la corrupción.
¿Una alianza anti-Rajoelina?
El presidente multiplica las salidas ofensivas: hace unos días llamó al orden, en público, al jefe de Madagascar Airlines ya su ministro de Transporte, en abierto conflicto. También convocó al Secretario de Estado a cargo de la Vivienda para saldar rápidamente la deuda de la empresa china encargada de asegurar y mejorar el estadio Bateau en Mahamasina.
Gestos simbólicos, supuestamente para elevar el índice de popularidad de Rajoelina. Porque el tiempo se acaba: el presidente malgache tiene menos de un año para evitar la derrota. El próximo noviembre, dentro de once meses, los malgaches acudirán a las urnas para elegir a su presidente.
Si la oposición no parecía capaz de hacer temblar las ambiciones del presidente, frente a él, Rajoelina ve la amenaza cada vez más cerca. Dos ex jefes de estado de la isla, Hery Rajaonarimampianina y Marc Ravalomanana, estarían dispuestos a unir fuerzas para cerrarle el paso a su sucesor. Africa Intelligence afirma que los dos ex presidentes comenzaron las negociaciones el verano pasado. Objetivo ? Forma una alianza e invita a otros oponentes de todos los lados a unirse a ellos.