El representante especial de la ONU en Libia, el senegalés Abdoulaye Bathily, espera elecciones presidenciales y legislativas en 2023. Su misión parece difícil de cumplir.
Las elecciones son “urgentes y necesarias”. El llamamiento, lanzado por una cincuentena de partidos políticos libios al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es claro y límpido: Libia necesita ponerse al día tras el aplazamiento —una cancelación, en efecto— de las elecciones de diciembre de 2021. Pero, mientras que el representante especial de la ONU en Libia, el senegalés Abdoulaye Bathily, presentó un plan para relanzar el proceso electoral, los partidos libios se sorprenden de no haber sido asociados con el trabajo de las Naciones Unidas. También les sorprende que "los jefes de las tribus" hayan dado su opinión, lo que, según ellos, "podría generar aún más complicaciones que arrastrarían a las tribus al círculo de la lucha".
Antes de proponer soluciones, el enviado de la ONU elaboró una observación alarmante, pero compartida por todos los observadores: los miembros del parlamento libio, dividido en dos partes a las que todo se opone -la Cámara de Representantes y el Alto Consejo de Estado- no podrán “acordar” la organización de elecciones. Pero para los senegaleses, el optimismo está en orden. Abdoulaye Bathily anunció, el 27 de febrero ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que lanzaba una iniciativa cuyo propósito era “la celebración de elecciones presidenciales y legislativas en 2023”.
¿Imposible avanzar sin las dos cámaras del Parlamento?
Esta iniciativa ahora debe permitir que el senegalés sepa quién lo apoya. Y a tomar, si es necesario, decisiones radicales. En otras palabras: si los dos partidos se negaban a apoyar el plan propuesto por Bathily, este último lanzaría en ellos el proceso electoral. El senegalés, por lo tanto, presiona a ambas cámaras. Tras tal ultimátum, ni la Cámara de Representantes ni el Alto Consejo de Estado podrán jugarse el tiempo. “Se podría decir que la mayoría de las instituciones perdieron su legitimidad hace años, aseguró Bathily. Resolver esta crisis de legitimidad debería ser, por tanto, una prioridad para todos los actores políticos dispuestos a cambiar el statu quo”.
El hecho es que lo vimos en diciembre de 2021: organizar unas elecciones según un calendario impuesto por la ONU no es necesariamente garantía de éxito, ni mucho menos. De ahí la importancia de obtener apoyo político local. Representantes occidentales -de Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido o incluso Italia- acudieron allí para intentar federar a los actores libios en el plan Bathily.
Dbeibah apoya el lugar de Bathily
El miércoles, el primer ministro Abdel Hamid Dbeibah apoyó al representante de la ONU. “Hay armonía entre su visión y la del gobierno en cuanto a la gestión de la próxima etapa, incluida la urgencia de avanzar hacia la organización de elecciones”, dijo un diplomático Dbeibah, quien espera especialmente poder lograr sus ambiciones políticas como tan pronto como sea posible.
Pero, de hecho, la misión de Bathily promete ser casi imposible. Porque los dos bandos ya critican su iniciativa, que forma parte de “planes que se imponen a los hermanos libios que van más allá de sus instituciones”, resumió este miércoles el ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Sameh Chokri, que apoya al bando oriental. En oriente como en occidente, no se comprende la diferencia entre el plan propuesto por Abdoulaye Bathily y el, que había fracasado, de Stephanie williams. Y el senegalés también debe seducir a todas las potencias extranjeras que trabajan en Libia: si cuenta con el apoyo de Estados Unidos y Europa, aún debe convencer a Rusia, Turquía o incluso Egipto.