Los estudios han demostrado que cada vez es más difícil determinar el número y la concentración de la diáspora africana en China. Antes del Covid-19, la mayoría de los africanos en China se concentraban a lo largo del río Pearl, en el corazón de la industria china: Guangzhou.
Un estudio de Adams Bodomo, de la Universidad de Viena, mostró en 2019 lo difícil que es contar el número de africanos que viven, trabajan o estudian en China. El estado chino no lo hizo. Sin embargo, el investigador había hecho varias observaciones sobre la diáspora africana en China: los africanos están muy marginados, tienen dificultades para acceder a la atención pública y son constantemente acosados por la policía.
La diáspora africana se concentra en el sureste del país, en la frontera con Hong Kong. Así, en la región de Macao, remontando el río Perla, y hasta Guangzhou, la diáspora africana está mucho más presente que en Shanghái, Wuhan o Pekín.
Sin embargo, según una investigación más reciente del antropólogo Jing Liu, unos 100 nigerianos, por ejemplo, que antes vivían en el distrito africano de Guangzhou simplemente han desaparecido.
Poco después de la llegada del Covid-19 a China, los extranjeros de la región fueron hospitalizados a la fuerza o confinados en sus casas, sin siquiera tener derecho a comprar. El profesor Yu Qiu de la Universidad de Pekín informó que " ciudades con gran presencia de africanos se han convertido en prisiones al aire libre ".
Esta "política de cuarentena" fue aún más brutal en Guangzhou. A los africanos se les confiscaron los pasaportes, se bloqueó el acceso a Internet y a la red telefónica. Incluso en julio de 2020, cuando las medidas de salud se relajaron en el resto del país, a los africanos en Guangzhou se les prohibió ingresar a supermercados, restaurantes o simplemente trabajar y estudiar.
Nuevos destinos para la diáspora africana en China
Por lo tanto, La famosa "Pequeña África" de Guangzhou ahora es un pueblo fantasma. En enero de 2022 había 12 africanos viviendo en Guangzhou, frente a los más de 000 de principios de 170. Un gran número de ellos ha regresado a sus países, a Ghana, la RDC, Nigeria o Sudáfrica. Sin embargo, hay un “fenómeno de resiliencia” según el estudio de Adams Bodomo, a saber, un gran movimiento de la diáspora africana dentro de China.
Según Jing Liu, “no es que haya menos africanos en China, es que se están alejando cada vez más de las regiones del sureste”. De hecho, al menos 19 nigerianos han declarado sus residencias en el este del país, desde Suzhou, a lo largo de la costa taiwanesa y hasta Shantou. La ciudad de Yiwu, al sur de Shanghái, es ahora el hogar de más de 600 inmigrantes africanos, la mayoría ghaneses, sudafricanos, tanzanos y nigerianos.
El estudio también muestra que la mayoría de estos africanos en Yiwu también son... chinos. En efecto, una ola migratoria habría comenzado en 2012, muchos estudiantes, ante los fuertes gastos de los estudios en China, se habrían convertido en trabajadores, artesanos o comerciantes.
Si la diáspora africana en China está pues cada vez más cómoda, lejos del infierno de Guangzhou. No obstante, es cierto que China es un país típicamente intolerante. Si la inmigración africana a China está ahora en su segunda generación, está claro que la tendencia es bastante dispersa, por temor a la represión gratuita por parte de las autoridades.