A pesar de una reconciliación en junio de 2021, las relaciones entre el presidente de la República Democrática del Congo, Félix Tshisekedi, y su homólogo ruandés, Paul Kagame, son cada vez más tensas.
¿Paul Kagame cometió demasiadas probabilidades? Al amenazar indirectamente a la República Democrática del Congo (RDC) a principios de febrero, el jefe de Estado ruandés parece haber provocado la ira de Felix Tshisekedi.. El presidente congolés había arrasado con las declaraciones de Kagame el pasado mes de mayo, cuando este último afirmaba que "los ruandeses no cometieron ningún crimen durante las dos guerras civiles congoleñas".
“No son los congoleños los que acusan, sino los expertos de la ONU que hicieron el informe”, se había limitado a responder Tshisekedi, como para demostrarle a Kagame que era de mala fe.
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Desde entonces, Felix Tshisekedi y Paul Kagame han intentado olvidar su disputa. Para gran disgusto de la opinión pública congoleña, que en ocasiones critica a "Fatshi" por ser demasiado amable con el amo de Kigali. El pasado mes de junio, el presidente de la RDC invitó a Paul Kagame a una visita diplomática, tras la cual se firmaron varios acuerdos comerciales entre los dos países.
Pero para Kagame es difícil ignorar la amistad que nace entre Yoweri Museveni y Félix Tshisekedi, sus dos vecinos del norte y oeste. Según fuentes cercanas al palacio, la operación militar conjunta en la zona fronteriza entre la RDC y Uganda, precedida por el lanzamiento de la construcción de la ruta comercial entre ambos países, desagrada al jefe de Estado ruandés.
En un sorpresivo discurso, Kagame se convirtió en un señor de la guerra, al declarar: “Lo que esperamos es paz para nuestro país, para la región y para todos. Pero al que quiera la guerra contra nosotros, se la daremos”. También descartó la idea de que la reapertura de las fronteras entre Ruanda y Uganda facilite las relaciones entre los dos países.
Entre Tshisekedi y Kagame, el diálogo de los sordos
Al margen de la duodécima conferencia diplomática en Kinshasa, que se desarrolló entre el 26 y el 28 de febrero, Felix Tshisekedi respondió a su manera a su vecino. “Es un deber sagrado de cada estado de nuestra subregión evitar cualquier acto que genere tensión y conflicto con otros o, al menos, minimizar el riesgo”, dijo Tshisekedi, quien quiso poner advertencias al presidente ruandés: “En todo caso, es irreal e improductivo, incluso suicida, que un país de nuestra subregión piense que siempre sacará dividendos manteniendo conflictos o tensiones con sus vecinos”.
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Entre los dos jefes de Estado parece haberse entablado un diálogo de sordos.
Si por un lado, Felix Tshisekedi pretende ser uno de los líderes de la lucha contra el terrorismo en la región, por lo general se apoya en sus múltiples encuentros cara a cara con los presidentes de otros países africanos. La amenaza terrorista en la RDC es, para el presidente, un tema importante. Y Tshisekedi se centró en la diplomacia africana durante más de un año mientras dirigía la Unión Africana. Pero, de repente, ¿ha descuidado sus relaciones de vecindad?
Por su parte, Paul Kagame lidera una diplomacia militar cuya apuesta económica es fundamental para Ruanda. Por ejemplo, la ejemplar intervención ruandesa en Mozambique se rentabilizó gracias a la firma de contratos mineros exclusivos para Kigali. Sintiéndose marginado en el conflicto en el este de la RDC, Kagame casi olvida la buena moral diplomática.