En el tema del Sáhara Occidental, España se ha puesto del lado de Marruecos. En medio de una crisis de gas, los tiempos se cuestionan. ¿Midió el Madrid las consecuencias de su decisión?
Una vez irreconciliables, ¿Han encontrado Marruecos y España puntos en común? El comunicado del gobierno español es bastante vago, Pedro Sánchez, su líder, se limita a afirmar que quiere "construir una nueva relación, basada en la transparencia y la comunicación permanente, el respeto mutuo y los acuerdos firmados por ambas partes y la abstención de cualquier acción unilateral". , acorde con la importancia de todo lo que compartimos”. Pero el reino de Cherifian precisa, en su propia nota de prensa, que España considera hoy “la iniciativa de autonomía marroquí, presentada en 2007, como la base más seria, realista y creíble para la resolución del diferendo saharaui”.
El español cambia de rumbo
Conclusiones que surgen de un enfrentamiento entre España y Marruecos por los flujos migratorios entre ambos países. Dos países que prometen “cooperación para la gestión de los flujos migratorios” y que anuncian que quieren “garantizar la estabilidad e integridad territorial de los dos países”. El tema migratorio estaba tan tenso que finalmente Madrid tuvo que posicionarse, mientras que España aseguraba hasta hoy seguir el dictamen de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que considera que "una solución pacífica" en el Sáhara Occidental es "posible".
La posición de España en el dossier saharaui es asombrosa. Porque en junio de 2021, el secretario de Estado, Manuel Muñiz, de visita en Alemania, aseguró que la posición de Madrid sobre el Sáhara “no ha cambiado ni cambiará”, a pesar de la crisis diplomática con Marruecos. Un mes antes, el embajador de España en Marruecos había sido retirado, ya que muchos refugiados cruzaron las fronteras de los enclaves españoles de Ceuta y Melilla. España había tratado de aliviar las tensiones, con una citación por la justicia de Brahim Ghali, el líder del Polisario. Pero este último finalmente pudo regresar a Argelia.
"El amateurismo del gobierno de Pedro Sánchez »
Al apoyar la posición marroquí sobre el Sáhara Occidental, España acaba de dar un giro de 180 grados. Madrid incluso enviará, a finales de marzo, a Rabat a su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. El proyecto de construcción de un túnel entre África y Europa, que pasaría por el Estrecho de Gibraltar, ciertamente no es ajeno a ello. España depende en gran medida de este punto de tránsito que, en 2050, permitiría la importación de 13 millones de toneladas de mercancías cada año.
¿Pero hizo bien el gobierno español al ceder a las demandas marroquíes? "Madrid carece de experiencia diplomática en África, y más concretamente en los países del Magreb, y quería zanjar cuanto antes la cuestión de los flujos migratorios", resume un especialista en política ibérica, que continúa: "Mientras Argelia ha venido siguiendo una política muy estratégica política diplomática africana en los últimos años, España ha tropezado con la complejísima 'alfombra diplomática' argelina”. En plena crisis entre Madrid y Rabat, la prensa marroqui deploró “el amateurismo del Gobierno de Pedro Sánchez que (…) genera anarquía en el Mediterráneo occidental”.
¿Detener las negociaciones con Argel?
Sin embargo, ante la apatía francesa, el Madrid tenía una oportunidad real de posicionarse en el expediente saharaui. España puso en marcha a finales de 2021 su proyecto Focus África 2023, un programa de cooperación con el continente. Pero con un 6,5% del comercio -importaciones y exportaciones- con África, España sigue andando a tientas. Y mientras Pedro Sánchez anunció el pasado mes de octubre que quería "hacer de los próximos diez años la década de España en África", la precipitada decisión de Madrid se produce en un contexto tenso, cuando incluso la Unión Africana aún no ha tomado una posición sobre este tema. Del lado europeo, si se han negociado acuerdos económicos -algunos de los cuales han sido anulados por la justicia europea- con Marruecos relativos al Sáhara, para la explotación de fosfato, entre otros, Bruselas nunca ha adoptado una posición clara sobre el expediente.
“Madrid se apresuró a reconectar con su primer socio en el continente, pero sin pensar en las consecuencias directas”, apunta nuestro especialista. ¿Una forma de que España se ponga al día? Nombrado ministro de Asuntos Exteriores el pasado mes de julio, José Manuel Albares no había iniciado su gira norteafricana por Marruecos, mientras que Rabat era tradicionalmente la primera escala de los jefes de la diplomacia española. Precisamente fue en Argel donde Albares había ido a hablar del gas. En un momento en que el conflicto entre Ucrania y Rusia está teniendo graves repercusiones en la política energética europea, será difícil que Madrid negocie con Argelia, pieza central del suministro de gas al Viejo Continente. Un momento asombroso cuando sabemos que el gobierno español estaba en pleno negociaciones con Argelia para la reapertura del gasoducto GME.