Considerado el campeón africano en la lucha contra el calentamiento global, Gabón afirma proteger el "segundo pulmón verde del planeta". Pero Ali Bongo y su gobierno no son tan verdes como dicen...
Autoproclamado campeón de la protección ambiental en África, Gabón ha encadenado medidas simbólicas en los últimos años. En diciembre pasado, por ejemplo, Libreville anunció la preparación de una ley que prohíbe el uso de bolsas de plástico de un solo uso.
Pero más allá de las leyes destinadas a los individuos, Gabón se enorgullece de ser un actor importante en la escena internacional en la lucha contra el calentamiento global. “De hecho, su territorio está cubierto en casi un 88% por bosque ecuatorial, uno de los dos pulmones verdes del planeta. En consecuencia, Gabón es uno de los raros países del planeta que es 'carbon negativo', es decir, que libera menos CO2 a la atmósfera del que emite”, resumía con orgullo, en diciembre, Libreville.
Quema y emisiones de CO2
Una narración de fachada, por fin. Porque la realidad es mucho menos verde de lo que parece. A principios de diciembre, Mediapart desveló, en una encuesta dedicada al fondo estadounidense Carlyle, la realidad de las emisiones de CO2 en Gabón. Omnipresente en el sector petrolero, este país de 2,3 millones de habitantes es uno de los mayores emisores de CO2 a través de “gas flare” o quema. Una práctica, especifica el diario francés, que consiste en quemar los gases asociados a la extracción del crudo.
#lavado de verde, definición: proceso de marketing utilizado por una organización para darse una imagen engañosa de responsabilidad ecológica. Gracias a @Mediapart et @MPAURON por este artículo edificante 🌍✊#carlyle #asala #Gabón #África #medio ambiente # co2 https://t.co/Rof939dD5c
—Pierre Farge (@Pierre_Farge) 8 de diciembre de 2021
Y Mediapart para recordar que Assala Energy, la segunda petrolera de Gabón, extrae petróleo de operaciones compradas a Shell. “Assala continúa la quema practicada durante décadas por Shell”, se puede leer en esta investigación. ¿Cómo puede entonces Gabón afirmar ser el campeón de la ecología con tales prácticas?
Empresas altamente contaminantes
En realidad, el régimen de Bongo voluntariamente hace la vista gorda ante las prácticas de los productores de petróleo y gas. De hecho, no existe ninguna obligación legal para las empresas presentes en Gabón de comunicar las cifras de emisión de gases a la prensa. Pero las autoridades locales conocen muy bien estas cifras, que tampoco publican. Sin embargo, varios grupos no dudan en liberar a la atmósfera cientos de miles de toneladas de CO2 en operaciones de quema.
Y si bien no es ilegal, el régimen tolera la quema, que otorga permisos a las empresas que lo solicitan. El ejemplo de Assala es edificante: Mediapart en efecto revela que el grupo obtiene autorizaciones para rechazar CO2 a autor de más de 500 toneladas al año. Si Assala promete cumplir con las leyes nacionales, nadie sabe cuándo dejará de contaminar el cielo gabonés.
Además de las emisiones de CO2, el argumento de Gabón tiene cierta ventaja con respecto a la deforestación. “Hay algo para atragantarse al escuchar este comentario: 'Gabón es uno de los mayores productores de madera del mundo. Impuso la tala selectiva. No más de un árbol por cada hectárea. Su bosque es uno de sus principales recursos económicos. Pero ella tiene tiempo para regenerarse. Es exactamente lo contrario de lo que denuncian las ONG ecologistas gabonesas, que carecen cruelmente de medios para hacerse oír”, lamentaba la ONG Survie en 2009. Desde entonces, por supuesto, las cosas han mejorado. Pero no tanto como dice el presidente Ali Bongo.
Un “lavado verde” posible gracias a Occidente
En 2018, el escritor Thomas Dietrich recordó que el “greenwashing”, un método que consiste en dar una imagen engañosa de responsabilidad ecológica, muy a menudo fue respaldado, incluso apoyado, por las potencias occidentales. “En Gabón, escribió, la AFD entregó 500 euros al gobierno para —citemos aquí la terminología tan oscura como oficial— 'fortalecer la resiliencia al cambio climático' y 000 millones para la gestión sostenible del bosque”. Sin embargo, prosigue el escritor, esto permite “otorgar un certificado de buena reputación a regímenes que no lo merecen, estos proyectos de desarrollo de cartón que no logran detener la destrucción del medio ambiente en el continente”.
Porque detrás de la retórica, la ecología parece ser solo un argumento que permite que una dieta al final de su vida aguante un poco más. También en Gabón, en 2012, mientras afirmaba respetar los estándares internacionales de certificación, la empresa Olam, que sin embargo cuenta con la certificación RSPO -etiqueta que garantiza la producción y el uso de aceite de palma sostenible-, habría deforestado 20 hectáreas de bosque, según un informe de la ONG estadounidense Mighty Earth. Es difícil creer que el régimen de Bongo no lo supiera.