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¿Qué bien hará el G5 Sahel sin Malí?

El G5 Sahel celebró su primera cumbre extraordinaria desde la retirada de Malí. Pero sin Bamako, ¿puede realmente la organización sobrevivir y, sobre todo, ser eficaz?

El 20 de febrero tuvo lugar la primera cumbre extraordinaria del G5 Sahel desde Malí cerró la puerta de la organización el pasado mes de mayo. Fue en N'Djamena donde los líderes de Burkina Faso, Mauritania, Níger y Chad se reunieron para discutir la lucha contra las amenazas transnacionales. Una cumbre que pasó casi desapercibida en la prensa. Hay que decir que incluso el presidente burkinés de la Transición, el capitán Traoré, también rehuyó el evento y prefirió enviar a su ministro de Defensa a Chad. Un gesto de solidaridad con Malí, mientras los dos países están intentando, con Guinea, aliarse ?

En mayo de 2022, cuando Chad presidió el G5 Sahel, le correspondía a Malí tomar la iniciativa. Pero después de los golpes de Estado de agosto de 2020 y mayo de 2021, algunos países se opusieron a que Malí asumiera la presidencia. Suficiente para enojar a Assimi Goïta, ya objeto de sanciones de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS). Malí quiso protestar y luego anunció su retirada del G5 Sahel.

Los observadores habían visto allí el final de la autoridad. “La retirada de Mali es una señal de facto de la muerte del G5 Sahel”, dijo Ornella Moderan, investigadora del Instituto de Estudios de Seguridad. “Sin Mali, los países del G5 Sahel se ven privados de un socio clave en la lucha”, escribió Geoffroy Chevignard, del grupo de expertos Nimrod-Contemporary Challenges of Defense and Security.

No hay resurrección para el G5 Sahel

Pero para el analista hay que hacerse otra pregunta: ¿cuál era la eficacia real del G5 Sahel antes de la retirada de Malí? "La organización siempre ha sido defectuosa", dijo. Malí partió de la organización, la pertinencia de estas últimas se cuestiona, y sus actores podrían buscar establecer nuevas alianzas. Estos tomarían la forma de cooperación bilateral entre los Estados del G5 del Sahel, nueva cooperación subregional y cooperación con actores externos, mientras que los ojos de las grandes potencias se están volviendo de manera revitalizada hacia África.

Precisamente se trató, durante esta cumbre, de “cooperación regional en materia de desarrollo y seguridad”. Pero desde el discurso inaugural del acto, el presidente saliente de la organización, Mahamat Idriss Déby, habló de su deseo de que Malí volviera al G5 Sahel, cuya retirada deploró. Los Estados Miembros, en su comunicado final, reafirmaron su voluntad de “preservar y consolidar este importante marco de cooperación y coordinación entre los cuatro países”. En otras palabras, es el statu quo.

Y tras la retirada de Malí, al G5 Sahel le gustaría que la comunidad internacional se movilizara un poco más junto a los países miembros. También se lanzó un “llamado a la implicación y compromiso de todos los socios para apoyar la nueva dinámica”. El hecho es que, desde la retirada de Malí, el G5 Sahel, que aún no ha logrado demostrar su valía, se está quedando cada vez más sin fuerzas. Al no haber sido resucitada, la organización queda entonces sumida en un cierto letargo. Y no es la toma de posesión, como presidente, del mauritano Mohamed Ould El-Ghazaouani lo que debe dar un segundo aire a este G5 Sahel.

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