Más allá del glamour y la adulación de los aficionados, los futbolistas africanos en Europa luchan por adaptarse a un nuevo entorno. Dos de ellos comparten sus experiencias.
Al crecer, muchos jóvenes africanos albergan la ambición de convertirse en futbolistas profesionales en Europa y en superestrellas. la bbc informes que alrededor de 260 millones de personas en África siguen la Premier League inglesa. Para algunos, los sueños se hacen realidad y unos pocos han llegado a Europa. De acuerdo a Punto de referencia de fútbol, los jugadores africanos, la mayoría de los cuales provienen de África Occidental, representan alrededor del 6% de todos los jugadores en las 11 ligas principales de Europa.
Pero es un camino difícil, con altibajos.
En mi reciente estudio de dos futbolistas de África occidental, Paul y John, en la liga alemana de fútbol profesional, la Bundesliga, exploré sus experiencias después de llegar de África. Realicé entrevistas cara a cara con jugadores en octubre de 2021, pero usé seudónimos para mantener el anonimato de los encuestados, como lo exige la ética de la investigación.
Paul llegó a un país de Europa central a la edad de 18 años, después de una prueba en un centro de formación juvenil en su país de origen, y se mudó a Alemania cinco años después. John llegó a Alemania a los 18 años después de graduarse de una escuela de fútbol en su país de origen. El entorno, la cultura y la identidad han moldeado sus carreras y experiencias, así como la evolución de su personalidad. Se enfrentaron a muchos desafíos y lucharon por encajar en su nuevo entorno, pero su determinación de tener éxito les permitió reclamar su propio espacio.
A medida que los futbolistas africanos juegan cada vez más en las ligas europeas, se debe prestar más atención a las dificultades que pueden enfrentar para adaptarse a un nuevo país y cómo los clubes y las instituciones futbolísticas pueden ayudarlos en este proceso.
Desafíos para los futbolistas extranjeros
Paul y John mencionaron varios desafíos culturales, mentales y atléticos.
Las barreras del idioma
Internet y la televisión por cable crean la ilusión de un espacio social global común. En realidad, existe una gran diversidad social entre (y dentro de) las sociedades. Paul y John esperaban encontrarse con una cultura diferente, pero adaptarse a la vida en Alemania no fue fácil.
El primer desafío fue el idioma, que limitó su comunicación con los compañeros de equipo y el personal. Aunque la mayoría de sus compañeros y entrenadores hablaban algo de inglés, el idioma principal de comunicación durante el entrenamiento fue el alemán. Paul recuerda no entender las instrucciones de su entrenador y tener que depender de sus compañeros para traducirlas.
El idioma planteó un problema para John para conectarse con otras personas fuera del club y hacer amigos. Para tener éxito en un espacio tan competitivo donde se exigen resultados inmediatos, Paul y John tuvieron que aprender rápidamente de sus compañeros de equipo ya través de instrucción formal.
El tiempo
El clima fue un desafío aún mayor que la cultura. Tanto Paul como John se quejaron de que, lejos del calor de los trópicos, el frío les impedía rendir al máximo. Paul dijo que también era difícil para él mentalmente:
No me puedo mover. A veces entro al camerino y empiezo a llorar.
Estándares más altos
Paul y John encontrarán que los estándares deportivos y de comportamiento son muy altos. Para Paul, la “ética de trabajo alemana” exigía que mantuviera un fuerte sentido de propósito. La tarea en cuestión era la más importante y todo lo demás ocupaba un segundo lugar. La indisciplina, dijo, no tenía cabida en el fútbol alemán.
Habiendo sido educado en una academia de élite en su país de origen, John estaba completamente acostumbrado al espíritu del fútbol de élite. Aún así, las exigencias deportivas eran más altas de lo que estaba acostumbrado. Recuerda las dificultades que encontró al principio. Todo era mucho más exigente físicamente y todos parecían más rápidos que él:
Todo fue agresivo… Tuve que trabajar duro en el gimnasio y en el campo, correr más rápido, hacer todo más rápido.
Soledad
En la mayoría de los países africanos, la vida sigue siendo relativamente comunal, con muchas oportunidades de socialización y contacto con los demás. En Alemania es muy diferente. La mayoría de las personas tienden a mantener cierto grado de distanciamiento social y privacidad. Paul encontró la vida social un poco fría y formal:
Todo el mundo es tan serio... cuando la gente no te conoce, es difícil hacer amigos.
John vivía solo y no podía entablar nuevas amistades fácilmente:
En la academia, no estaba solo. No era el único que cocinaba para mí… Pero aquí tengo que venir solo a una casa vacía.
La experiencia de la inmigración
Fuera del campo, los jugadores africanos también viven los debates sobre los inmigrantes y su lugar en la sociedad europea. El inmigrante ideal es el exitoso, mientras que el “nativo” puede ser mediocre.
Supera estos desafíos
Paul y John enfrentaron y se adaptaron a los desafíos de su nuevo entorno a través de diversas estrategias y prácticas. El aprendizaje cultural desempeñó un papel clave. Inicialmente a través de compañeros de equipo y luego a través de lecciones formales, ambos pudieron aprender alemán.
También simplificaron los desafíos como parte del viaje de un futbolista profesional, lo que los hizo mucho más llevaderos. La posibilidad de ser el sostén de familiares y amigos fue una motivación importante.
Para hacer frente a la soledad, los jugadores se mantuvieron en contacto con familiares y amigos en su país de origen.
Las historias de Paul y John arrojan luz sobre los contextos culturales y ambientales que dan forma a las vidas de los jugadores africanos en Europa y lo que se esconde detrás de la brillantez del estrellato.
Estos desafíos tienen un efecto profundo en la calidad de vida y la progresión profesional de los futbolistas inmigrantes. Es importante reconocer qué hay más allá de la ostentación y la adulación de los fanáticos el día del partido.
Ikechukwu Ejekwumadu, becario postdoctoral, Instituto de Ciencias del Deporte, Universidad de Tübingen
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