Como muestra un estudio realizado en la RDC, los vínculos entre la sequía y la deforestación dependen en particular de la estación en la que ocurre el fenómeno.
Los eventos climáticos extremos, en particular las sequías, tienen efectos muy significativos en poblaciones de los países del sur, particularmente dentro de los sectores agrícola y ganadero: menores rendimientos, aumento de la mortalidad del ganado, pérdida de servicios ecosistémicos, etc.
La atribución de estos eventos al cambio climático es una ciencia compleja y aún incierta, tanto que hoy en día es difícil generalizar la idea de que la ocurrencia de sequía aumenta con el cambio climático. Sin embargo, este vínculo se establece en ciertas regiones del mundo, como África del Norte, África Occidental o Sudáfrica.
Ante estos hechos, los agricultores recurren a un gran número de estrategias de afrontamiento. En primer lugar, podemos distinguir la adaptaciones a largo plazo, para anticipar la posible ocurrencia de futuras sequías; y adaptaciones a corto plazo, para responder a las sequías una vez que han ocurrido.
También podemos distinguir prácticas de adaptación que tienen lugar en el sector agrícola, como la diversificación de cultivos, la venta de ganado, la agrosilvicultura o el uso de semillas más resistentes al estrés hídrico; y prácticas ajenas al sector agrícola, como la recogida de productos no madereros de los bosques, migraciones internas o externas, o recurso a préstamos.
Es probable que estas diferentes prácticas tengan implicaciones en términos de uso de la tierra. Algunas pueden calificarse de intensivas en el uso de la tierra, es decir, que corren el riesgo de fomentar la expansión agrícola; mientras que otros serán más eficientes con la tierra.
Así, teniendo en cuenta que la expansión agrícola es la principal impulsor de la deforestación tropical, la adaptación puede, según el contexto y las características de los agricultores, aumentar o reducir la deforestación, que es una de las principales causas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Cuando la sequía acentúa la deforestación
El análisis de los vínculos entre sequías y deforestación es, por lo tanto, un tema de estudio emergente, que permite identificar posibles situaciones de inadaptación ; es decir, comportamientos adaptativos que agravan la degradación ambiental.
La investigación sobre el tema sugiere que las sequías tienden a aumentar la deforestación en promedio: este es el caso de Madagascar o África occidental y central.
Por lo tanto, en promedio, las prácticas de adaptación a corto plazo a las sequías serían bastante intensivas en el uso de la tierra y conducirían a una mayor deforestación.
Sin embargo, estos estudios también muestran fuentes de heterogeneidad en estos impactos: el vínculo positivo entre sequías y deforestación no es uniforme.
Maíz y mandioca en la RDC
En una artículo reciente, considerando el caso de la República Democrática del Congo, país donde la deforestación es motivo de especial preocupación, estudiamos en qué medida la estacionalidad afecta a estos vínculos.
Para ello, hemos considerado las épocas agrícolas de los dos commodities más producidos en el país: el maíz, donde se distinguen los episodios de siembra, crecimiento y cosecha; y yuca, donde se distinguen los episodios de siembra y cosecha.
Para cada episodio, nos emparejamos datos meteorológicos de precipitaciones mensual, considerándose aquí sequía como un déficit de precipitaciones significativo respecto a la media de un período determinado, con datos de pérdida de cobertura forestal, nuestro indicador de deforestación.
Con base en un análisis estadístico anual entre 2000 y 2020, buscamos observar vínculos significativos entre los déficits de acumulación de lluvia y el nivel de deforestación.
La importancia de la estacionalidad
Nuestros resultados tienden a mostrar que la estacionalidad juega un papel importante en los vínculos entre la sequía y la deforestación. Si consideramos el maíz, la ocurrencia de sequía en un año determinado disminuye la deforestación si se da durante los episodios de siembra y crecimiento, mientras que la aumenta durante los episodios de cosecha. Al centrarnos en la yuca, encontramos que solo las sequías que ocurren durante los períodos de siembra impulsan la deforestación hacia arriba.
También observamos que las sequías pasadas pueden afectar la deforestación. Así, las sequías que han ocurrido en los últimos años durante los episodios de crecimiento del maíz tienden a reducir la deforestación. Este resultado puede interpretarse como un comportamiento de adaptación a largo plazo de los agricultores.
Las sequías de los últimos años, que han tenido un impacto negativo en los rendimientos del maíz, pueden influir en las expectativas de los agricultores y modificar así su elección de cultivar nuevas tierras.
Distancia a las ciudades, papel de la protección
También estamos viendo en qué medida otros factores influyen en este vínculo entre la sequía y la deforestación. Primero tomamos el caso del tiempo de acceso al área densamente poblada más cercana: esta distancia es un indicador de los costos de transporte a los principales mercados y, por lo tanto, representa la forma en que los agricultores pueden integrarse al resto de la economía.
Esta proximidad a los mercados tiende a acentuar los impactos sobre la deforestación, ya sean positivos o negativos. Este resultado sugiere que la proximidad facilita el acceso a las estrategias de afrontamiento y, por lo tanto, aumenta su uso. Este es el caso tanto de estrategias intensivas en el uso de la tierra, en épocas de cosecha de maíz; y para estrategias que ahorren el uso de la tierra, durante los episodios de crecimiento del maíz.
Finalmente, consideramos el papel de las áreas protegidas, cuyo objetivo es participar en la conservación de los ecosistemas. Podemos ver que la presencia de áreas protegidas tiende a reducir el impacto de las sequías sobre la deforestación. Así, en caso de sequía durante los episodios de crecimiento del maíz, las áreas protegidas reducen el impacto positivo en la deforestación.
Por el contrario, y más sorprendentemente, la presencia de áreas protegidas tiende a compensar el efecto negativo de las sequías sobre la deforestación, cuando éstas ocurren durante los períodos de crecimiento del maíz.
Choques, adaptación y degradación ambiental
Con todo, podemos ver que es importante tener en cuenta los casos de mala adaptación, cuando las respuestas a los choques meteorológicos conducen a comportamientos de adaptación que refuerzan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad al acentuar la expansión de las tierras cultivadas.
Como tal, parece muy importante lograr conciliar una mejor resiliencia de las poblaciones vulnerables y una mejor conservación de los ecosistemas. Este punto es tanto más importante cuanto que conocemos el papel de estos ecosistemas en la regulación del clima y los recursos que aportan a las personas.
Philippe delacote, Director de Investigación en Economía, Inrayado; antoine leblois, Investigador, Economía Ambiental y del Desarrollo, Inrayado, y Julia Vaglietti, Estudiante de doctorado, Inrayado
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