Si bien deben caer para 2030, las tasas de envío de remesas al África subsahariana se encuentran en un nivel que las instituciones internacionales consideran demasiado alto. Por qué ?
África sigue siendo el destino más caro para las transferencias de dinero en la actualidad, mientras que el continente tiene la mayor cantidad de cuentas móviles activas. Como todos los años, el Banco Mundial se interesó por los costos de las remesas en todo el mundo. La institución se basa en enviar una suma equivalente a 200 dólares y observa las tasas e impuestos aplicados según los países a los que se envía la suma.
África siempre ha sido el destino más caro. Y particularmente el África subsahariana, donde las tarifas de transferencia ascienden al 8%, donde son solo el 4,6% de las sumas enviadas al sur de Asia. Si bien los observadores aseguraron que el duopolio, ejercido por Western Union y Moneygram -que representan el 65% del mercado- fue la causa de todas las preocupaciones, la llegada de nuevos jugadores no ha cambiado la situación.
Sudán del Sur depende de las remesas
Estas sumas, que van a los bolsillos de los operadores, son un déficit para ciertos países cuyas economías dependen de las remesas de las diásporas. Si, según el Banco Mundial y el FMI, los países que más se benefician de las transferencias financieras son Egipto, Nigeria, Marruecos y Ghana, otros estados dependen totalmente de las sumas enviadas por sus ciudadanos desde el exterior. Este es el caso de Sudán del Sur, donde un tercio del PIB proviene de estas remesas. Las remesas en todo el mundo son mayores que la suma de la inversión extranjera directa (IED) y la asistencia oficial para el desarrollo.
Aún así, la tasa de tarifas aplicadas por los operadores exaspera a las instituciones internacionales, desde el Banco Mundial hasta el Banco Africano de Desarrollo, incluidas las Naciones Unidas. Estos últimos saben que la impresionante altura de las tasas ha provocado que los montos de las remesas caigan año tras año.
¿Son los Objetivos de Desarrollo Sostenible, deseados por Naciones Unidas, demasiado optimistas? Ocho años después de la fecha límite establecida por la ONU, los costos siguen siendo el doble del objetivo del 3% establecido para 2030. Hace que uno se pregunte si todavía es posible reducir la tasa actual, que aumentará al 6,4%. para el primer trimestre de 2021.
Desmaterialización, ¿la solución?
Una de las soluciones podría ser la digitalización. “La crisis fue así la ocasión de una importante aceleración del despliegue, ya muy avanzado, de los servicios de envío de dinero desmaterializado”, resumen los economistas Anda David, Maëlan Legoff y Luc Jacolin. En particular gracias a la llegada de jugadores recientes, como RIA. "Esta desmaterialización de los traslados constituye una oportunidad real para acercarse a los objetivos de abaratamiento de costos", resumen los especialistas.
Una desmaterialización que, además, permitiría acabar con el sector informal, o en todo caso limitar su escala en países que ven dinero circulando cada año sin poder cuantificarlo. “La caída del costo de las transferencias vía la desmaterialización de los servicios podría promover el uso de los canales formales y la inclusión financiera en los países pobres, con efectos significativos en el desarrollo”, afirman los tres economistas.
Sin embargo, la ecuación parece insoluble: los operadores bajarían voluntariamente sus tarifas si aumentaran las sumas de transferencias. Maíz Solo en 2020, los flujos de remesas que benefician a los países del África subsahariana se redujeron en más del 12%, échale la culpa a la crisis sanitaria. A pesar de una recuperación tentativa en 2021, cada vez es más difícil para las diásporas enviar fondos a sus países de origen. Solo quedan ocho años para esperar una reducción del 50% en las tarifas de los usuarios. Hoy estamos demasiado lejos.