Varios informes afirman que Ruanda apoya, a pesar de sus desmentidos, a los rebeldes del M23. Lo que la ONU confirmará en breve. Sin embargo, la comunidad internacional se niega a sancionar a Kigali...
Es un reportaje que debería hacer ruido en los medios, antes de volver a ser barrido bajo la alfombra. El grupo de expertos de Naciones Unidas sobre la República Democrática del Congo (RDC) publicará en las próximas horas un documento en el que afirma que el ejército ruandés sigue manteniendo una presencia activa en suelo congoleño, afirma Africa Intelligence. Según el informe que saldrá, los rebeldes del M23 cuentan por tanto con el apoyo, sobre el terreno, de Ruanda, mientras que Kigali niega a todo el que quiera oír su implicación en el conflicto. Pero en realidad, con la próxima publicación de este informe, no hay nada realmente nuevo bajo el sol congoleño...
El pasado mes de diciembre, dos investigadores, Fred Bauma y Jason Stearns, decían en una columna publicada en la web de Le Monde: “Sabemos que el M23 cuenta con el apoyo de Ruanda, pero Francia ha mirado para otro lado”. Lamentaron que París y Londres se preocupan más "por sus intereses bilaterales que por la estabilidad" en el Congo, apenas unos días después de la masacre de aldeanos en Kishishe, un pueblo en el este de la RDC, por parte del M23. En los últimos días, la ONG Human Rights Watch afirmó tener pruebas de que el grupo rebelde era "responsable de las fosas comunes con decenas de cadáveres encontradas en el pueblo de Kishishe, en la provincia de Kivu del Norte".
Entre la diplomacia y los hechos hay un abismo
La ONG escribe: "El gobierno congoleño debe solicitar el apoyo de las Naciones Unidas, la Unión Africana (UA) y los gobiernos socios para llevar a cabo las exhumaciones apropiadas, devolver los cuerpos a las familias y exigir que los responsables de estos crímenes rindan cuentas". El Consejo de Seguridad de la ONU debería agregar a los líderes del M23, así como a los funcionarios ruandeses que apoyan al grupo, a su lista de sanciones existente”. Cualquiera. Pero una vez que se publique el informe de la ONU, ¿qué cambiará?
El pasado mes de marzo, Nicolas de Rivière, embajador de Francia ante la ONU, afirmó que “está bien establecido que Ruanda apoya la rebelión del M23”. Si pidió “que pare”, admitió que “Naciones Unidas no puede regular todo en lugar de las autoridades locales” y que estas “tampoco pueden regular el comportamiento de los vecinos”. En otras palabras, el informe de los expertos de la ONU, incluso si abruma a Kinshasa, debería tener poca resonancia.
Interrogado por RFI con motivo de la visita de la delegación de la ONU a la RDC, Onesphore Sematumba, analista para la región de los Grandes Lagos dentro del International Crisis Group, consideró las declaraciones del diplomático francés como “un éxito diplomático para Kinshasa”. Pero “¿qué cambiará esto concretamente?”, preguntó. No estamos seguros de que esto cambie la línea de Ruanda que ha permanecido en la negación total desde el principio hasta ahora. Se necesita más que una declaración de una delegación del Consejo de Seguridad de la ONU”.
Mientras tanto, los socios de Ruanda prefieren hacer la vista gorda ante este expediente. Es cierto que París ha “condenado el apoyo” de Ruanda al M23. Pero las relaciones entre Francia y Ruanda no se han deteriorado. Los llamamientos de Félix Tschisekedi parecen no interesar a la comunidad internacional, que observa en silencio cómo se desarrolla la guerra en el este de la RDC.