Mientras se disputaba el partido de ida de la final de la Superliga africana, las sumas prometidas a las federaciones y clubes se redujeron.
Una semana antes del partido final, el partido de ida de la primera edición de la Liga Africana de Fútbol finalizó ayer con una victoria del Wydad Athletic Club de Casablanca, por 2 goles a 1, frente al Mamelodi Sundowns Football Club, el club tan querido por Presidente de la Confederación Africana de Fútbol, Patrice Motsepe. Si bien se suponía que sería la máxima competición de fútbol, la Superliga africana no fue precisamente un éxito. Explicaciones.
La cuestión de la utilidad de una competición de este tipo ha agitado al mundo del fútbol africano en los últimos años. Fue en 2020 cuando el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, lanzó la idea de una Superliga. El italo-suizo lamentó además que los partidos de la Liga de Campeones africana hayan tenido “entre 30 y 40 veces menos éxito que en Europa”. Al colocar a Motsepe al frente de la CAF, Infantino esperaba lanzar una nueva competencia, que generaría millones para cada país.
En teoría, al menos. Si los organizadores de la Superliga afirmaran, no hace mucho, que los beneficios ligados a las competiciones se irían” a los 54 miembros de la CAF y las ligas locales para mejorar el desarrollo del fútbol en estos países”, está claro que el entusiasmo ha decaído ligeramente. Del millón de dólares prometidos a cada federación y los 50 millones prometidos a la CAF, los montos podrían revisarse a la baja.
En primer lugar, porque la inversión inicial se ha reducido, al menos, a la mitad. El presupuesto de 200 millones de dólares prometido por el presidente de la FIFA resultó ser de 100 millones. El ganador del concurso se llevaría casi 12 millones de dólares, al final será menos: unos 4, y el desafortunado finalista 3. En cuanto a los 2,5 millones de dólares prometidos a cada club participante, corremos el riesgo de estar lejos de serlo: 8 clubes participaron en la liga cerrada, deberían compartir 10 millones de dólares.
Sin duda, la operación sigue siendo más lucrativa para los participantes que para los clubes que participan en la Liga de Campeones africana. ¿Pero se mantendrá la promesa inicial de desarrollar la formación y el fútbol femenino? Esta Superliga sigue siendo, en última instancia, una competición para los clubes más exitosos del continente. Y no estoy seguro de que esto preste algún servicio al fútbol amateur, a los centros de formación o a las federaciones nacionales.